miércoles, 11 de abril de 2018



LA FRUSTRACIÓN


Según la RAE, frustrar tiene varios significados: “1. Privar a alguien de lo que esperaba. 2. Dejar sin efecto, malograr un intento. y 3. Dejar sin efecto un propósito contra la intención de quien procura realizarlo”.


Pero para mí la frustración como mejor se define es como esa sensación en la que se suma enfado y tristeza por algo que no es como esperábamos. 

Como vemos en el cuento El Emocionario, podemos encontrar frustración de diferentes tipos según de donde parte: frustración por limitación propia, donde algo mío me impide realizar lo que pensaba (por ejemplo, no puedo tener cuenta de Instagram hasta que cumpla los 16 años); frustración por limitación ajena, la que alguien me impide realizar como deseaba (por ejemplo, suspenden el concierto que deseaba porque el cantante se pone enfermo); y frustración por condición del tiempo, cuando las condiciones meteorológicas o similares no me dejan llevar a cabo lo que pretendía (por ejemplo, queríamos bajar al parque pero está todo mojado porque ha llovido).

Ya sabemos un poco sobre la frustración, ahora, ¿Qué es la tolerancia a la frustración? Y ¿Por qué es tan importante para nuestra vida?

La tolerancia a la frustración no es más que cómo respondemos y nos reponemos a la situación que me ha frustrado. Como hemos visto, nuestra vida está repleta de frustraciones, pequeñas y grandes, más o menos importantes según las vivamos en ese momento.
 La capacidad que tengo de enfrentarme a ellas, y de buscar una solución alternativa es muy importante para llevar una vida más satisfactoria.

En cuestión de la frustración de nuestros pequeños, la cosa se complica. En muchas ocasiones miramos sus frustraciones desde los ojos del adulto, con su situación de adulto y sus problemas de adulto; pero no, ellos no ven las cosas desde nuestra perspectiva, y aunque yo piense que no ir al parque una tarde lluviosa no tiene importancia, si él deseaba sentarse a jugar con la arena, es una gran frustración.

Pequeñas pinceladas para llevar algo mejor estas situaciones:

1-     El NO es No. Evitar las frustraciones de nuestros hijos es, como suele decirse, desnudar un santo para vestir a otro. Si, dar eso que pide en ese momento, solucionará el oírle llorar en ese momento, pero no le enseña a manejar su tolerancia a la frustración, que le será de más valor en el futuro. Con esto no digo que tengamos que frustrar a los niños “para que aprendan”, no. Pero tampoco les evitemos las frustraciones que de manera natural se encuentran a su paso. Dejemos que entiendan que si en ese momento el columpio está ocupado, si su hermana tiene el vaso rosa o si llueve, él puede manejarlo, él puede buscar una alternativa o él puede esperar pacientemente a que baje del columpio.

2-     ENTENDER. Nadie me dice nada si pierdo el móvil, con todo lo que eso conlleva de datos, contactos, fotos, … y me enfado, refunfuño o digo alguna palabra más fuerte que otra. Pero, no ocurre lo mismo cuando son los pequeños de la casa los que lo hacen. Seguro que hemos oído alguna vez: “anda, no llores por eso que es una tontería”, “vaya la que estás montando por lo que ha pasado, no es para tanto”,… ¿Para quién no es tanto? Para él sí es importante en ese momento. Intentemos cambiar esas frases por: “entiendo que te sientas así”, “que pena que haya pasado eso”, “con la ilusión que te hacia ir”,… que, por casualidad, son las mismas frases que nos gustaría oír a los adultos cuando nos suceden cosas que nos frustran.

3-     SEAMOS EJEMPLO. Los niños observan y copian a los padres incluso más de los que a éstos les gustaría. Por ello es indispensable que los padres den un buen ejemplo de tolerancia a la frustración para que los niños tengan un buen modelo. Quizá sería importante observarse frente al espejo para ver qué cosas nos frustran y cómo las verbalizamos para poder entender algo más a los pequeños.

4-     DOTARLES DE VALORES. Hay valores importantes que debemos cultivar para mejorar la tolerancia a la frustración: la perseverancia, el valor del esfuerzo, la empatía. Son tres pilares importantes que mejorarán su tolerancia a las frustraciones.

5-     OPORTUNIDADES DE APRENDIZAJE. En primer lugar, intentemos no evitarles todas las frustraciones. Y en segundo lugar, debemos verlas como oportunidades de aprendizaje. Importante es acompañarles en el proceso, no dar ese proceso hecho a los niños. Guiar en la búsqueda de soluciones es mucho más gratificante que darle la solución. Por ejemplo, ante un conflicto con amigos por algún objeto, en vez de indicar que se lo turnen, preguntemos ¿cómo creéis que lo podemos solucionar? Si son capaces de dar alguna solución, aunque sea poco viable, podemos continuar preguntando ¿cómo os sentiréis cada uno con esa solución?.




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